ARTICULO
II
PERIODO
DEL MIDDLE ENGLISH:
‘THE CANTERBURY TALES’
‘Brut
Layamon’
‘Ancrene
Riwle’
‘I sind
of a miden’
‘Owl
& the nightingale’
‘Piers
Plowman’
‘Sir
Gawain & the green knight’
‘Pearl’
‘Patience’
‘History
of the kings of Britain’
Se
toma como punto de referencia la invasión normanda de Guillermo el
conquistador.
El
primer poema importante de este periodo data de 1205, Brut Layamon,
poema escrito en forma aliterativa (Old English), lo que indica que este tipo
de medida seguía utilizándose al menos en poesía oral y lo corrobora el
“revival” que de ella se produjo en el SXIV con Sir Gawain & the green
knight.
Brut
Layamon es interesante porque representa la aparición de la literatura
artística en lengua inglesa que tantos seguidores tendrá después. Layamons se
basó en fuentes normandas que se basaban en la obra de Geoffrey, History of
the kings of England, escrita en latín.
Según
una vieja tradición, Inglaterra había sido fundada por Brutus, descendiente de
Eneas, fundador de Roma. De Brutus viene Britania. El más célebre de sus
descendientes fue Arturo, que según la leyenda liberó a Britania del yugo
romano y le defendió de los anglosajones.
Curiosamente,
esta leyenda no sólo tendrá muchos seguidores en Inglaterra, sino que adquirirá
su máximo desarrollo en Francia.
Pese
a que los creadores de la saga arturiana siguen en principio un sistema
parecido al del autor de Beowulf, es decir, parten de un material
legendario al que otorgan un valor histórico, sin embargo, se apartan de este
último en que ya no utilizan el modo épico, sino que se adentran en el terreno
del ROMANCE.
El romance se
distingue de la épica por una serie de rasgos inconfundibles:
- Generalmente
trata sobre aventuras caballerescas en los que abundan los combates y se entretejen
diversas historias.
- A menudo se hace un uso del
elemento fantástico o sobrenatural.
- Se sirve de
caracteres arquetípicos y estilizados por lo que resultan fácilmente
traspasables de una historia a otra.
- Utiliza un estilo coloquial, fácil
de asimilar y exento de reiteraciones.
El gran periodo
del romance medieval pertenece a los siglos XII y XIII, siendo cultivado
principalmente por la sociedad aristocrática francesa donde poetas, como
Chrétien de Troyes, alcanzaron la cima de este género. Su adaptación a
Inglaterra procede de la segunda mitad del SXIII, dentro de una escala de
valores ampliamente popular, alejada del ideal aristocrático francés, lo que
dio lugar a un género muy inferior del que sólo se salvan el autor de Sir
Gawain & the green knight y Chaucer.
Pero la mayor
parte de la literatura de este periodo pertenece al ámbito religioso debido a
que es la iglesia quien imprimía la pauta cultural en ese momento[1].
Pese a todo, la calidad literaria de esta producción es escasa por lo que sólo
merecen destacarse tres obras, Ancrene Riwle, I sind of a Haiden
y Owl & the nightingale por su tratamiento humorístico que preludia
ya a Chaucer.
1360-1400.
Durante
este último periodo, la literatura del Middle English floreció por medio de tres
grandes poetas que realizarán sus obras de forma casi simultánea y dieron
expresión artística a casi todos los géneros que prevalecían en aquel periodo.
El
autor de Sir Gawain & the green knight no sólo escribió el mejor
romance del periodo, sino también lo mejor de su poesía religiosa escrita en
forma aliterativa.
Patience
relata la historia de Jones & Pearl combina la energía con la
teología para alcanzar un profundo sentimiento religioso.
Otro
gran autor es W. Langland, cuyo Piers Plowman resulta esencial tanto por
su calidad literaria como por su contenido social de inapreciable valor para
los historiadores. La sátira eclesiástica que contiene la obra convierte a su
autor en profeta de la reforma.
El
mayor logro literario fue Chaucer con Canterbury tales. De él puede
decirse que, pese a hundir su raíz literaria en suelo medieval y dominar un
buen número de los géneros al uso en este periodo, su maestría y su
clarividencia le llevan a traspasar los líderes de su época, colocándole entre
los dos o tres mejores poetas en lengua inglesa.
GEOFFREY CHAUCER.
Nació
en Londres en una familia burguesa. Su padre era un próspero comerciante en
vinos y la posición social de éste, le permitió ingresar como paje de Isabel,
condesa de Ulster y esposa del tercer hijo de Eduardo III.
Es
probable que en la Corte aprendiese latín. Durante toda su vida mantuvo una
estrecha relación con la nobleza más poderosa, lo que le repartiría constantes
beneficios. Su más importante protector sería Juan de Gande, pero también lo
sería el sobrino de éste, que ascendería al trono como Ricardo II en 1377 y,
finalmente, también le protegió el hijo de Juan de Gande, que sería proclamado
rey en 1399 como Enrique IV.
Los
datos que tenemos sobre su ajetreada vida dan cuenta de una imponente actividad
tanto en diplomacia como en la administración, por lo que resulta difícil
imaginar que aún tuviera tiempo para componer versos. Parece que entre 1360-65,
estudió leyes y en un documento de esta época aparece multado por apalear a un fraile,
lo que cuadra perfectamente con la descripción que más tarde haría del
personaje del fraile en sus cuentos.
En
1366 aparece en misión diplomática, hay un salvoconducto firmado por el rey de
Navarra (Carlos II) que lleva su nombre, pero antes, en 1359, habían combatido
en Francia junto a Eduardo III siendo hecho prisionero y luego liberado
mediante un rescate. También viajó a Francia e Italia en misiones diplomáticas.
En
1367, el rey Eduardo, agradecido por sus servicios le otorgó una sustanciosa pensión
vitalicia (20 marcos). En 1369 participó junto al Duque de Lancaster, Juan de
Gande, en una incursión por tierras francesas. Durante la campaña, Blanca,
esposa del duque, murió de peste. A ella le dedicó Chaucer una elegía, Book
of the Duches, que es su primera obra importante.
Se trata de un
original poema escrito en verso octosilábico y basado en buena medida en Jean
Froissart (poeta francés). La INFLUENCIA FRANCESA es importante en su obra
porque no hay que olvidar que entre sus primeros trabajos literarios se
encuentra también una traducción del poema Romen de la Rose (Guillermo
de Lottis y Jean Meun, SXIII). Es un poema que consta de gran variedad de
elementos, característica que Chaucer asimilará para su poesía.
Junto a la
influencia francesa tenemos en igual importancia la INFLUENCIA LATINA. Junto a
poetas como Virgilio y algunos medievales latinos de menor importancia,
destaca, sobre todo, la figura de Boecio (SVI, Roma), de cuya obra fundamental,
pieza clave del pensamiento estoico en el Oeste, La consolación de la
filosofía, también realizaría Chaucer una traducción al inglés siguiendo
los pasos del rey Alfredo.
Es evidente que
la filosofía de Boecio marcó de modo rotundo la postura existencial que Chaucer
mantuvo siempre: por un lado, involucrarse en los asuntos del mundo y, por
otro, mantener respecto de estos asuntos una postura de total desapego, fórmula
que, en el caso de Chaucer, lleva a la ironía y al humor sano que es lo que se
refleja en su obra.
Otro elemento
esencial en su obra es su viaje a Italia en 1372. Allí recibió otra influencia
no decisiva: Dante, Petrarca y Bocaccio. Uno de sus poemas más humorísticos es House
of fame (1372). Puede tomarse como una imitación ligera de La divina
comedia, si bien no del todo lograda. De Petrarca, pese a profesarle una
gran admiración, no recibe mucha influencia. Fue Bocaccio quien aportó a su
obra una influencia decisiva. Muchos de los cuentos están en deuda con sus
obras, así como la visión crítica y un tanto idealizada del amor que Chaucer
presenta en The Parliament of Fowls (1380).
Su largo poema Troilus
& Criseida (1385) es una adaptación de El filostrato de
Bocaccio, aunque Chaucer efectuó cambios en el argumento, principalmente, la
introducción de un trasfondo psicológico, un diálogo dramático por el vigoroso
bosquejo de los personajes y la trascendencia moral de las decisiones que toma.
Es sin duda la obra de Chaucer más perfectamente acabada y sus cinco libros
sugieren ya la estructura en cinco actos del drama isabelino.
Para unos críticos
es la primera novela de la literatura inglesa por el refinamiento en la
descripción de los personajes. Otros han catalogado esa obra de romance
caballeresco de alegoría filosófica e, incluso, cristiana.
En The legend
of good women Chaucer usa por primera vez un conjunto de relatos, con lo
que es un claro precedente de Canterbury tales. Tras la etapa italiana,
el enriquecimiento progresivo del bagaje cultural de Chaucer como poeta le
capacitará para acometer su obra cumbre. Poco a poco, se irá liberando del
pasado y del convencionalismo francés y, del mismo modo que Dante en su Divina
comedia, poblará sus obras con personajes contemporáneos. Como el Decamerón
de Bocaccio, las narraciones serán reales a excepción del cuento del caballero.
De los campos
sofisticados y floridos pasará a los caminos polvorientos, del amaneramiento
francés al realismo italiano, de la mitología a la peregrinación, de la magia a
la ciencia y de la ficción a un desbordante vitalismo. Todas estas
características se condensan en Canterbury tales, así como en una serie
de cuentos menores, en algunas obras de astrología (El tratado del
astrolabio).
‘CANTERBURY TALES’
Debe tenerse en
cuenta que el firmamento era, al igual que en la antigüedad, el reloj del
medievo, de aquí que en Canterbury tales, la influencia de la astronomía
y la astrología esté siempre presente. Así vemos cómo el doctor en medicina
fundamenta sus conocimientos en la astronomía, o la conjunción de los planetas
determina a veces la mala suerte de los personajes, o los devaneos amorosos de
la comadre de Bath encajan perfectamente con su horóscopo.
Pese a todo,
esto no quiere decir que los personajes de Chaucer estén privados de libertad,
sino que siguiendo a Boecio, se sugiere que las estrellas condicionan la
situación favorable o no de los personajes.
Todos estos
conocimientos científicos y filosóficos están al servicio del quehacer poético,
por lo que, en cierto modo, Chaucer prefigura al “Homo Universalis” del
Renacimiento: diplomático, administrador, científico y artista. Los cuentos son
el escenario de su plena manifestación. Debe decirse también que el montaje
escénico de los cuentos es típicamente medieval. Todos los narradores forman
parte de un grupo de peregrinos que se dirigen a visitar la tumba de Santo
Tomás Beckett[2].
En época de
Chaucer, la popularidad de Canterbury por su ubicación y proximidad competía
con Santiago, Roma y Jerusalén. Sus peregrinos acudían a la tumba de Tomás de
Canterbury en busca de curación tal y como explica Chaucer en el prólogo, otros
iban a agradecerle una curación. Aunque esto no quede reflejado en los cuentos,
los peregrinos de Canterbury, además de sortear baches y badear arroyos.
debieron lidiar con un enjambre de mendigos, vividores, charlatanes,
embaucadores, prostitutas y otros curiosos.
Podemos
considerar la posada del Tabardo, que es el punto de partida de la
peregrinación, como el prototipo de su género. Al caer la tarde llegaban allí
los viajeros hambrientos y sudorosos, por lo que resultaban fáciles de conformar.
Una abundante comida regada con cerveza precedía al descanso y los preservaba
de ratas y cucarachas. El mismo Chaucer condena la proverbial codicia de los
mesoneros en el cuento del párroco.
La problemática
que presenta la edición de los cuentos se deriva de que se trata de una obra
inacabable, es decir, que el manuscrito final y definitivo no existe, ni
probablemente haya existido nunca. La popularidad de Chaucer hizo que los
cuentos se copiaran con profusión. Hoy se conservan 90 manuscritos en forma más
o menos fragmentada. Los dos manuscritos más acreditados son el ELLESMEND y el
HENGURT, ambos copiados entre 1400-1410, es decir, en el primer decenio después
de su muerte. La primera evidencia es que Canterbury tales es una obra
inconclusa en la que abundan los cabos sueltos, está sin redondear.
En el prólogo
general el anfitrión propone que cada peregrino cuente 4 cuentos (dos a la ida
y dos a la vuelta). A mitad de la narración en el epílogo del escudero, los
cuatro se han reducido a dos, y en el cuento del párroco el anfitrión le
comenta que todos excepto él han narrado su cuento, lo cual no es cierto porque
de los 33 personajes, sólo 23 tienen su cuento y no todos ellos completos.
Cuatro cuentos
quedan interrumpidos: el del escudero, el del cocinero, el de Sir Thopes y el
del monje. También abundan las desconexiones, por ejemplo, el marinero habla de
sí mismo como una mujer, la segunda monja se autotitula “indigno hijo de Eva”,
el magistrado dice que va a contar algo en prosa, pero luego usa la rima, etc.
Puede decirse, pues, que Canterbury tales presenta todos los detalles de
una obra polifacética carente de una revisión final.
Sin embargo, hay
unas ideas básicas que dan cohesión a la obra: que se trata de una colección de
cuentos puestos en boca de unos narradores plenamente diseñados en el prólogo
general y con un trasfondo viajero, etc. El encuadrar un conjunto de
narraciones en el marco de una situación concreta es un truco literario muy
antiguo y, sobre todo, empleado en la literatura oriental (Las mil y una
noches) y en la occidental (La metamorfosis, Ovidio, que incluye
narraciones dentro de narraciones)
En los cuentos
los narradores están presentes de forma permanente, no sólo en el prólogo
general, sino también a lo largo de la obra en los enlaces entre cuento y
cuento. Estos enlaces no sólo sirven para unir las diferentes historias, sino
que contribuyen a dar un tono unitario a la obra, a pesar de su gran
diversidad.
Actúan, por
tanto, al modo de complementos y extrapolaciones del prólogo general y así
vemos cómo el administrador se pelea con el molinero borracho, el fraile con el
alguacil o el anfitrión bromea con Chaucer y el monje, o el caballero apacigua
la discusión entre el bulero y el anfitrión. En resumen, los enlaces dan una
pincelada final al retrato de los personajes y son la caja de resonancia de los
diferentes cuentos.
Personajes:
El
número de peregrinos ha planteado problemas. En el prólogo general se mencionan
30 y el autor de la obra, escrito en forma autobiográfica. Pero debemos contar
también al posadero (32). Al final, en la sección octava, dos nuevos personajes
se incorporan a la expedición: el canónico y su criada, aunque luego el primero
huye ante la posibilidad de ser descubierto como timador y farsante. El número
total es 33 o 34 si se cuenta al fugitivo. No todos los personajes están
descritos en el prólogo general porque Chaucer se limita a decir: “también
iban...”
En
primer lugar tenemos a los 5 gremiales que son el mercero, el tejedor, el
tintero, el tapicero y el carpintero. También se limita a nombrar a la segunda
monja y a los tres sacerdotes que van con ella. Además falta la autodescripción
del autor.
Si
al total de los personajes del prólogo general, le restas estos 10, quedan 22
personajes descritos, pero mas adelante, ya fuera del prólogo, Chaucer facilita
4 nuevas descripciones: la del capellán de monjas, la del canónigo y su criado
y la suya propia. Esto totaliza 26 descripciones.
Por
otra parte, no todos los peregrinos tienen su propio cuento. Carecen de él los
cinco gremiales, dos de los tres capellanes de monjas, el asistente del
caballero y del escudero, el labrador y el anfitrión, es decir, 10 carecen de
cuento. Restando estos 10 del número total de peregrinos, salen 23 cuentos,
pero Chaucer cuenta dos, así que tenemos un total de 24 cuentos.
Resumen:
33 peregrinos.
26 descripciones.
24 cuentos.
|
Este
grupo de 32 viajeros, ya que el 33 se incorpora al final de la narración, se
pone en manos de Harry Baley, posadero
del Tabardo, que quizá ve así cumplidos sus anhelos de mando, pues en su casa
la que manda es su mujer.
El
será el encargado de hacer entrar en escena a los diferentes personajes al
tiempo que se erige en juez de cada historia. A veces de un modo partidista,
capaz de inferir maldiciones si el cuento no le gusta o de cortar el relato del
monje porque le aburre o de blasfemar enfervorizado ante la historia de Santa
Claire y el zorro.
Así sus
comentarios a los relatos, sus cortes, los diálogos con los demás narradores
van tejiendo una urdimbre de vigor y verosimilitud que aportan una buena dosis
de REALISMO a la obra.
Los personajes
narradores de los diversos cuentos carecen, por lo general, de nombre propio.
Sólo conocemos el nombre de 8 peregrinos: Oswaldo (administrador), Rogelio
(cocinero), Harry Baley (anfitrión), Dom Piers (monje), Alicia (comadre de
Bath), Eglantine (priora), Chaucer y Hosem John (capellán de monjas).
Parece
que Chaucer estuviera más interesado en esbozar tipos estándar que personajes
concretos, como si quisiera describirlos por su situación en la escala social,
como si su status fuese lo más importante y no la personalidad del individuo.
La
descripción de los narradores en el prólogo general va precedida por unos
célebres versos que encuadran temporalmente la acción: “En el mes de abril ...”
Descripción
de los personajes:
CABALLERO:
Es el personaje
más convencional. Describe en primer lugar al peregrino de status social más
alto: el caballero y su entorno, representado por el escudero y su asistente.
Ha participado en las cruzadas y en diversos escenarios europeos y Chaucer lo
describe con simpatía. Su ropa está manchada de orín de la armadura y está
deseoso de ver al santo, rasgo piadoso que contrasta con la habitual imagen de
ferocidad propia de los caballeros medievales.
Le acompaña un
prometedor escudero, su hijo, joven vistoso y fresco como el mes de mayo que no
sólo aspira a caballero, sino que es ya amante en acto. El trío se completa con
el asistente, cuya principal característica es su arco y la flecha con plumas
de pavo real.
Su relato es
caballeresco, basado en la Teseida de Bocaccio. Por contra, el cuento de
su hijo, aunque carece de conclusión, se mueve entre lo exótico, lo real y lo
imaginario, con lo que muestra un gran ingenio y recibe las alabanzas del
terrateniente.
PRIORA:
Del orden
caballeresco, Chaucer pasa al clero regular, representado por la priora, el
monje y el fraile mendicante.
La priora es
descrita con fina ironía, como si se tratase de una heroína moderna a medio
camino entre lo ridículo y lo respetable. Su modo de comer, por ejemplo,
refleja las normas para atraer a los hombres en el Romance de las rosas.
Además, conoce el francés anglonormando y lleva un broche con el lema: “Amor
vincit omnia”. Se llama Eglantine. Igual que el resto de los componentes del
clero que asisten a la peregrinación, procura esquivar como puede las estrictas
reglas monacales.
Su cuento
consiste en un relato de un milagro de Nuestra Señora dentro de la corriente
mariana del medievo.
CAPELLÁN:
Es
uno de los tres sacerdotes que acompañan a las monjas.
Su cuento es de
los más célebres. Es una fábula con una personificación magistral de los
protagonistas. La vanagloria de Santa Claire provoca su captura y ello da pie a
que el narrador realice una serie de consideraciones ilustradas mediante
cuentos en el cuento a modo de ejemplos.
SEGUNDA
MONJA:
Secretaria de la
priora. Carece de descripción, pero si inferimos de su cuento al personaje
(basado en la vida de Santa Cecilia) debía tratarse de un personaje femenino,
delicado y piadoso que contrasta con la ambición de la priora.
MONJE:
Tan mundano como
la priora. Administra un convento. Presume de buen gourmet y prefiere la caza
al estudio o al trabajo manual. Admite que encerrado en su convento se siente
como pez fuera del agua, por lo que no evita los continuos viajes que su cargo
de administrador le obliga.
Su relato carece
de originalidad. Procede del Decasibus vilerum ilustrum de Bocaccio y
nos cuenta la caída de antiguos y famosos personajes: Lucifer, Adán, Sansón,
Julio Cesar, etc.
FRAILE
Y ALGUACIL:
El fraile es un
recaudador para el Vaticano de primera influencia entre los poderosos de su
distrito. Como monje mendicante, siempre lleva regalos para engatusar a los más
jóvenes, además de una berborrea fácil y aduladora. Chaucer no oculta su falta
de simpatía hacia este personaje.
La rivalidad
entre el fraile y el alguacil se pone de manifiesto en los respectivos relatos.
En el cuento del fraile, un alguacil es el símbolo de la avaricia y la maldad,
sus malas artes y abusos le llevan a encomendar su alma al diablo y éste,
finalmente, se lo lleva al infierno. La respuesta del alguacil no se hace
esperar. En su cuento realiza una descripción magistral del demonio del
infierno, al levantarle la cola, debajo de sus posaderas, aparece un enjambre
de 20.000 frailes. Presenta a un fraile pesetero que se codea con un rico
acaudalado. En su avaricia, el fraile pedigüeño, ante la recomendación del
hacendado que está postrado en cama, le tantea la espalda y baja hasta las
posaderas. Entonces el enfermo le suelta una ventosidad y le dice que es para
que lo reparta entre los miembros de su convento.
La
causa de la rivalidad entre el fraile y el alguacil hay que buscarla en un
conflicto de intereses. Los frailes mendicantes dependían del Papa y los
alguaciles también, pero de modo indirecto, como brazo recaudatorio del obispo
y, con frecuencia, se disputaban el dinero de los contribuyentes.
BULERO:
Es el compañero
de viaje del alguacil. Asume toda la falsía de los de su profesión. Chaucer lo
describe dos veces: una en el prólogo general y otra en el extenso prólogo de
130 versos que da paso a su cuento. Se nos presenta a un desvergonzado vendedor
de indulgencias que se vanagloria de sus fechorías. Es más una caricatura que
un personaje real.
Su cuento es uno
de los más interesantes. Trata de tres jóvenes disolutos que planifican dar
muerte a la Muerte, pero los tres son víctimas de su avaricia y se exterminan
entre sí.
ERUDITO:
En contraposición
al fraile, Chaucer incluye a dos clérigos de contornos plenamente idealizados.
Uno es el erudito y el otro es el párroco. El erudito es un estudiante de
Oxford cuyo rostro pálido y delgado es símbolo de que es un hombre de saber.
Poseía una biblioteca de 20 volúmenes y estudiaba lógica.
Su cuento,
inspirado en Bocaccio, versa sobre la paciencia y la fidelidad conyugal de la
humilde Criseida, que ha contraído nupcias con el Señor del lugar.
PÁRROCO:
El párroco es el
verdadero modelo de perfección y devoción, capaz de predicar de palabra y de
ejemplo. Hasta tal punto llegan sus cualidades, que el anfitrión sospecha que
es un seguidor de Wycliffe[3].
Pero no es ningún extremista, no se dedica a fustigar a la Iglesia por sus
vicios, sino que se dedica a predicar y a practicar la virtud.
Su cuento es un
tratado sobre los siete pecados capitales. Es el más largo y el más aburrido.
Sirve de colofón purificativo que toda la peregrinación escucha con referencia,
pues es el último y están a punto de llegar a Canterbury.
[3] Chaucer hace una
distinción en el estamento religioso: condena a los frailes y alaba a los
párrocos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario