sábado, 14 de abril de 2012

ARTICULO II. PERIODO DEL MIDDLE ENGLISH: ‘THE CANTERBURY TALES’



ARTICULO II

PERIODO DEL MIDDLE ENGLISH:

‘THE CANTERBURY TALES’



‘Brut Layamon’

‘Ancrene Riwle’

‘I sind of a miden’

‘Owl & the nightingale’

‘Piers Plowman’

‘Sir Gawain & the green knight’

‘Pearl’

‘Patience’

‘History of the kings of Britain’



            Se toma como punto de referencia la invasión normanda de Guillermo el conquistador.



            El primer poema importante de este periodo data de 1205, Brut Layamon, poema escrito en forma aliterativa (Old English), lo que indica que este tipo de medida seguía utilizándose al menos en poesía oral y lo corrobora el “revival” que de ella se produjo en el SXIV con Sir Gawain & the green knight.



            Brut Layamon es interesante porque representa la aparición de la literatura artística en lengua inglesa que tantos seguidores tendrá después. Layamons se basó en fuentes normandas que se basaban en la obra de Geoffrey, History of the kings of England, escrita en latín.



            Según una vieja tradición, Inglaterra había sido fundada por Brutus, descendiente de Eneas, fundador de Roma. De Brutus viene Britania. El más célebre de sus descendientes fue Arturo, que según la leyenda liberó a Britania del yugo romano y le defendió de los anglosajones.



            Curiosamente, esta leyenda no sólo tendrá muchos seguidores en Inglaterra, sino que adquirirá su máximo desarrollo en Francia.



            Pese a que los creadores de la saga arturiana siguen en principio un sistema parecido al del autor de Beowulf, es decir, parten de un material legendario al que otorgan un valor histórico, sin embargo, se apartan de este último en que ya no utilizan el modo épico, sino que se adentran en el terreno del ROMANCE.



           



El romance se distingue de la épica por una serie de rasgos inconfundibles:



- Generalmente trata sobre aventuras caballerescas en los que abundan los combates y se entretejen diversas historias.



            - A menudo se hace un uso del elemento fantástico o sobrenatural.



- Se sirve de caracteres arquetípicos y estilizados por lo que resultan fácilmente traspasables de una historia a otra.



            - Utiliza un estilo coloquial, fácil de asimilar y exento de reiteraciones.



El gran periodo del romance medieval pertenece a los siglos XII y XIII, siendo cultivado principalmente por la sociedad aristocrática francesa donde poetas, como Chrétien de Troyes, alcanzaron la cima de este género. Su adaptación a Inglaterra procede de la segunda mitad del SXIII, dentro de una escala de valores ampliamente popular, alejada del ideal aristocrático francés, lo que dio lugar a un género muy inferior del que sólo se salvan el autor de Sir Gawain & the green knight y Chaucer.



Pero la mayor parte de la literatura de este periodo pertenece al ámbito religioso debido a que es la iglesia quien imprimía la pauta cultural en ese momento[1]. Pese a todo, la calidad literaria de esta producción es escasa por lo que sólo merecen destacarse tres obras, Ancrene Riwle, I sind of a Haiden y Owl & the nightingale por su tratamiento humorístico que preludia ya a Chaucer.





1360-1400.



            Durante este último periodo, la literatura del Middle English floreció por medio de tres grandes poetas que realizarán sus obras de forma casi simultánea y dieron expresión artística a casi todos los géneros que prevalecían en aquel periodo.



            El autor de Sir Gawain & the green knight no sólo escribió el mejor romance del periodo, sino también lo mejor de su poesía religiosa escrita en forma aliterativa.



            Patience relata la historia de Jones & Pearl combina la energía con la teología para alcanzar un profundo sentimiento religioso.



            Otro gran autor es W. Langland, cuyo Piers Plowman resulta esencial tanto por su calidad literaria como por su contenido social de inapreciable valor para los historiadores. La sátira eclesiástica que contiene la obra convierte a su autor en profeta de la reforma.



            El mayor logro literario fue Chaucer con Canterbury tales. De él puede decirse que, pese a hundir su raíz literaria en suelo medieval y dominar un buen número de los géneros al uso en este periodo, su maestría y su clarividencia le llevan a traspasar los líderes de su época, colocándole entre los dos o tres mejores poetas en lengua inglesa.





GEOFFREY CHAUCER.



            Nació en Londres en una familia burguesa. Su padre era un próspero comerciante en vinos y la posición social de éste, le permitió ingresar como paje de Isabel, condesa de Ulster y esposa del tercer hijo de Eduardo III.



            Es probable que en la Corte aprendiese latín. Durante toda su vida mantuvo una estrecha relación con la nobleza más poderosa, lo que le repartiría constantes beneficios. Su más importante protector sería Juan de Gande, pero también lo sería el sobrino de éste, que ascendería al trono como Ricardo II en 1377 y, finalmente, también le protegió el hijo de Juan de Gande, que sería proclamado rey en 1399 como Enrique IV.



            Los datos que tenemos sobre su ajetreada vida dan cuenta de una imponente actividad tanto en diplomacia como en la administración, por lo que resulta difícil imaginar que aún tuviera tiempo para componer versos. Parece que entre 1360-65, estudió leyes y en un documento de esta época aparece multado por apalear a un fraile, lo que cuadra perfectamente con la descripción que más tarde haría del personaje del fraile en sus cuentos.



            En 1366 aparece en misión diplomática, hay un salvoconducto firmado por el rey de Navarra (Carlos II) que lleva su nombre, pero antes, en 1359, habían combatido en Francia junto a Eduardo III siendo hecho prisionero y luego liberado mediante un rescate. También viajó a Francia e Italia en misiones diplomáticas.



            En 1367, el rey Eduardo, agradecido por sus servicios le otorgó una sustanciosa pensión vitalicia (20 marcos). En 1369 participó junto al Duque de Lancaster, Juan de Gande, en una incursión por tierras francesas. Durante la campaña, Blanca, esposa del duque, murió de peste. A ella le dedicó Chaucer una elegía, Book of the Duches, que es su primera obra importante.



Se trata de un original poema escrito en verso octosilábico y basado en buena medida en Jean Froissart (poeta francés). La INFLUENCIA FRANCESA es importante en su obra porque no hay que olvidar que entre sus primeros trabajos literarios se encuentra también una traducción del poema Romen de la Rose (Guillermo de Lottis y Jean Meun, SXIII). Es un poema que consta de gran variedad de elementos, característica que Chaucer asimilará para su poesía.



Junto a la influencia francesa tenemos en igual importancia la INFLUENCIA LATINA. Junto a poetas como Virgilio y algunos medievales latinos de menor importancia, destaca, sobre todo, la figura de Boecio (SVI, Roma), de cuya obra fundamental, pieza clave del pensamiento estoico en el Oeste, La consolación de la filosofía, también realizaría Chaucer una traducción al inglés siguiendo los pasos del rey Alfredo.



Es evidente que la filosofía de Boecio marcó de modo rotundo la postura existencial que Chaucer mantuvo siempre: por un lado, involucrarse en los asuntos del mundo y, por otro, mantener respecto de estos asuntos una postura de total desapego, fórmula que, en el caso de Chaucer, lleva a la ironía y al humor sano que es lo que se refleja en su obra.



Otro elemento esencial en su obra es su viaje a Italia en 1372. Allí recibió otra influencia no decisiva: Dante, Petrarca y Bocaccio. Uno de sus poemas más humorísticos es House of fame (1372). Puede tomarse como una imitación ligera de La divina comedia, si bien no del todo lograda. De Petrarca, pese a profesarle una gran admiración, no recibe mucha influencia. Fue Bocaccio quien aportó a su obra una influencia decisiva. Muchos de los cuentos están en deuda con sus obras, así como la visión crítica y un tanto idealizada del amor que Chaucer presenta en The Parliament of Fowls (1380).



Su largo poema Troilus & Criseida (1385) es una adaptación de El filostrato de Bocaccio, aunque Chaucer efectuó cambios en el argumento, principalmente, la introducción de un trasfondo psicológico, un diálogo dramático por el vigoroso bosquejo de los personajes y la trascendencia moral de las decisiones que toma. Es sin duda la obra de Chaucer más perfectamente acabada y sus cinco libros sugieren ya la estructura en cinco actos del drama isabelino.



Para unos críticos es la primera novela de la literatura inglesa por el refinamiento en la descripción de los personajes. Otros han catalogado esa obra de romance caballeresco de alegoría filosófica e, incluso, cristiana.



En The legend of good women Chaucer usa por primera vez un conjunto de relatos, con lo que es un claro precedente de Canterbury tales. Tras la etapa italiana, el enriquecimiento progresivo del bagaje cultural de Chaucer como poeta le capacitará para acometer su obra cumbre. Poco a poco, se irá liberando del pasado y del convencionalismo francés y, del mismo modo que Dante en su Divina comedia, poblará sus obras con personajes contemporáneos. Como el Decamerón de Bocaccio, las narraciones serán reales a excepción del cuento del caballero.



De los campos sofisticados y floridos pasará a los caminos polvorientos, del amaneramiento francés al realismo italiano, de la mitología a la peregrinación, de la magia a la ciencia y de la ficción a un desbordante vitalismo. Todas estas características se condensan en Canterbury tales, así como en una serie de cuentos menores, en algunas obras de astrología (El tratado del astrolabio).





‘CANTERBURY TALES’



Debe tenerse en cuenta que el firmamento era, al igual que en la antigüedad, el reloj del medievo, de aquí que en Canterbury tales, la influencia de la astronomía y la astrología esté siempre presente. Así vemos cómo el doctor en medicina fundamenta sus conocimientos en la astronomía, o la conjunción de los planetas determina a veces la mala suerte de los personajes, o los devaneos amorosos de la comadre de Bath encajan perfectamente con su horóscopo.



Pese a todo, esto no quiere decir que los personajes de Chaucer estén privados de libertad, sino que siguiendo a Boecio, se sugiere que las estrellas condicionan la situación favorable o no de los personajes.



Todos estos conocimientos científicos y filosóficos están al servicio del quehacer poético, por lo que, en cierto modo, Chaucer prefigura al “Homo Universalis” del Renacimiento: diplomático, administrador, científico y artista. Los cuentos son el escenario de su plena manifestación. Debe decirse también que el montaje escénico de los cuentos es típicamente medieval. Todos los narradores forman parte de un grupo de peregrinos que se dirigen a visitar la tumba de Santo Tomás Beckett[2].



En época de Chaucer, la popularidad de Canterbury por su ubicación y proximidad competía con Santiago, Roma y Jerusalén. Sus peregrinos acudían a la tumba de Tomás de Canterbury en busca de curación tal y como explica Chaucer en el prólogo, otros iban a agradecerle una curación. Aunque esto no quede reflejado en los cuentos, los peregrinos de Canterbury, además de sortear baches y badear arroyos. debieron lidiar con un enjambre de mendigos, vividores, charlatanes, embaucadores, prostitutas y otros curiosos.



Podemos considerar la posada del Tabardo, que es el punto de partida de la peregrinación, como el prototipo de su género. Al caer la tarde llegaban allí los viajeros hambrientos y sudorosos, por lo que resultaban fáciles de conformar. Una abundante comida regada con cerveza precedía al descanso y los preservaba de ratas y cucarachas. El mismo Chaucer condena la proverbial codicia de los mesoneros en el cuento del párroco.



La problemática que presenta la edición de los cuentos se deriva de que se trata de una obra inacabable, es decir, que el manuscrito final y definitivo no existe, ni probablemente haya existido nunca. La popularidad de Chaucer hizo que los cuentos se copiaran con profusión. Hoy se conservan 90 manuscritos en forma más o menos fragmentada. Los dos manuscritos más acreditados son el ELLESMEND y el HENGURT, ambos copiados entre 1400-1410, es decir, en el primer decenio después de su muerte. La primera evidencia es que Canterbury tales es una obra inconclusa en la que abundan los cabos sueltos, está sin redondear.

En el prólogo general el anfitrión propone que cada peregrino cuente 4 cuentos (dos a la ida y dos a la vuelta). A mitad de la narración en el epílogo del escudero, los cuatro se han reducido a dos, y en el cuento del párroco el anfitrión le comenta que todos excepto él han narrado su cuento, lo cual no es cierto porque de los 33 personajes, sólo 23 tienen su cuento y no todos ellos completos.



Cuatro cuentos quedan interrumpidos: el del escudero, el del cocinero, el de Sir Thopes y el del monje. También abundan las desconexiones, por ejemplo, el marinero habla de sí mismo como una mujer, la segunda monja se autotitula “indigno hijo de Eva”, el magistrado dice que va a contar algo en prosa, pero luego usa la rima, etc. Puede decirse, pues, que Canterbury tales presenta todos los detalles de una obra polifacética carente de una revisión final.



Sin embargo, hay unas ideas básicas que dan cohesión a la obra: que se trata de una colección de cuentos puestos en boca de unos narradores plenamente diseñados en el prólogo general y con un trasfondo viajero, etc. El encuadrar un conjunto de narraciones en el marco de una situación concreta es un truco literario muy antiguo y, sobre todo, empleado en la literatura oriental (Las mil y una noches) y en la occidental (La metamorfosis, Ovidio, que incluye narraciones dentro de narraciones)



En los cuentos los narradores están presentes de forma permanente, no sólo en el prólogo general, sino también a lo largo de la obra en los enlaces entre cuento y cuento. Estos enlaces no sólo sirven para unir las diferentes historias, sino que contribuyen a dar un tono unitario a la obra, a pesar de su gran diversidad.



Actúan, por tanto, al modo de complementos y extrapolaciones del prólogo general y así vemos cómo el administrador se pelea con el molinero borracho, el fraile con el alguacil o el anfitrión bromea con Chaucer y el monje, o el caballero apacigua la discusión entre el bulero y el anfitrión. En resumen, los enlaces dan una pincelada final al retrato de los personajes y son la caja de resonancia de los diferentes cuentos.



Personajes:



            El número de peregrinos ha planteado problemas. En el prólogo general se mencionan 30 y el autor de la obra, escrito en forma autobiográfica. Pero debemos contar también al posadero (32). Al final, en la sección octava, dos nuevos personajes se incorporan a la expedición: el canónico y su criada, aunque luego el primero huye ante la posibilidad de ser descubierto como timador y farsante. El número total es 33 o 34 si se cuenta al fugitivo. No todos los personajes están descritos en el prólogo general porque Chaucer se limita a decir: “también iban...”



            En primer lugar tenemos a los 5 gremiales que son el mercero, el tejedor, el tintero, el tapicero y el carpintero. También se limita a nombrar a la segunda monja y a los tres sacerdotes que van con ella. Además falta la autodescripción del autor.

            Si al total de los personajes del prólogo general, le restas estos 10, quedan 22 personajes descritos, pero mas adelante, ya fuera del prólogo, Chaucer facilita 4 nuevas descripciones: la del capellán de monjas, la del canónigo y su criado y la suya propia. Esto totaliza 26 descripciones.



            Por otra parte, no todos los peregrinos tienen su propio cuento. Carecen de él los cinco gremiales, dos de los tres capellanes de monjas, el asistente del caballero y del escudero, el labrador y el anfitrión, es decir, 10 carecen de cuento. Restando estos 10 del número total de peregrinos, salen 23 cuentos, pero Chaucer cuenta dos, así que tenemos un total de 24 cuentos.




Resumen:
33 peregrinos.
26 descripciones.
24 cuentos.




            Este grupo de 32 viajeros, ya que el 33 se incorpora al final de la narración, se pone en manos  de Harry Baley, posadero del Tabardo, que quizá ve así cumplidos sus anhelos de mando, pues en su casa la que manda es su mujer.



            El será el encargado de hacer entrar en escena a los diferentes personajes al tiempo que se erige en juez de cada historia. A veces de un modo partidista, capaz de inferir maldiciones si el cuento no le gusta o de cortar el relato del monje porque le aburre o de blasfemar enfervorizado ante la historia de Santa Claire y el zorro.



Así sus comentarios a los relatos, sus cortes, los diálogos con los demás narradores van tejiendo una urdimbre de vigor y verosimilitud que aportan una buena dosis de REALISMO a la obra.



Los personajes narradores de los diversos cuentos carecen, por lo general, de nombre propio. Sólo conocemos el nombre de 8 peregrinos: Oswaldo (administrador), Rogelio (cocinero), Harry Baley (anfitrión), Dom Piers (monje), Alicia (comadre de Bath), Eglantine (priora), Chaucer y Hosem John (capellán de monjas).



            Parece que Chaucer estuviera más interesado en esbozar tipos estándar que personajes concretos, como si quisiera describirlos por su situación en la escala social, como si su status fuese lo más importante y no la personalidad del individuo.



            La descripción de los narradores en el prólogo general va precedida por unos célebres versos que encuadran temporalmente la acción: “En el mes de abril ...”







Descripción de los personajes:



            CABALLERO:



Es el personaje más convencional. Describe en primer lugar al peregrino de status social más alto: el caballero y su entorno, representado por el escudero y su asistente. Ha participado en las cruzadas y en diversos escenarios europeos y Chaucer lo describe con simpatía. Su ropa está manchada de orín de la armadura y está deseoso de ver al santo, rasgo piadoso que contrasta con la habitual imagen de ferocidad propia de los caballeros medievales.



Le acompaña un prometedor escudero, su hijo, joven vistoso y fresco como el mes de mayo que no sólo aspira a caballero, sino que es ya amante en acto. El trío se completa con el asistente, cuya principal característica es su arco y la flecha con plumas de pavo real.



Su relato es caballeresco, basado en la Teseida de Bocaccio. Por contra, el cuento de su hijo, aunque carece de conclusión, se mueve entre lo exótico, lo real y lo imaginario, con lo que muestra un gran ingenio y recibe las alabanzas del terrateniente.



            PRIORA:



Del orden caballeresco, Chaucer pasa al clero regular, representado por la priora, el monje y el fraile mendicante.



La priora es descrita con fina ironía, como si se tratase de una heroína moderna a medio camino entre lo ridículo y lo respetable. Su modo de comer, por ejemplo, refleja las normas para atraer a los hombres en el Romance de las rosas. Además, conoce el francés anglonormando y lleva un broche con el lema: “Amor vincit omnia”. Se llama Eglantine. Igual que el resto de los componentes del clero que asisten a la peregrinación, procura esquivar como puede las estrictas reglas monacales.



Su cuento consiste en un relato de un milagro de Nuestra Señora dentro de la corriente mariana del medievo.



            CAPELLÁN:



                        Es uno de los tres sacerdotes que acompañan a las monjas.



Su cuento es de los más célebres. Es una fábula con una personificación magistral de los protagonistas. La vanagloria de Santa Claire provoca su captura y ello da pie a que el narrador realice una serie de consideraciones ilustradas mediante cuentos en el cuento a modo de ejemplos.



            SEGUNDA MONJA:



Secretaria de la priora. Carece de descripción, pero si inferimos de su cuento al personaje (basado en la vida de Santa Cecilia) debía tratarse de un personaje femenino, delicado y piadoso que contrasta con la ambición de la priora.



            MONJE:



Tan mundano como la priora. Administra un convento. Presume de buen gourmet y prefiere la caza al estudio o al trabajo manual. Admite que encerrado en su convento se siente como pez fuera del agua, por lo que no evita los continuos viajes que su cargo de administrador le obliga.



Su relato carece de originalidad. Procede del Decasibus vilerum ilustrum de Bocaccio y nos cuenta la caída de antiguos y famosos personajes: Lucifer, Adán, Sansón, Julio Cesar, etc.



            FRAILE Y ALGUACIL:



El fraile es un recaudador para el Vaticano de primera influencia entre los poderosos de su distrito. Como monje mendicante, siempre lleva regalos para engatusar a los más jóvenes, además de una berborrea fácil y aduladora. Chaucer no oculta su falta de simpatía hacia este personaje.



La rivalidad entre el fraile y el alguacil se pone de manifiesto en los respectivos relatos. En el cuento del fraile, un alguacil es el símbolo de la avaricia y la maldad, sus malas artes y abusos le llevan a encomendar su alma al diablo y éste, finalmente, se lo lleva al infierno. La respuesta del alguacil no se hace esperar. En su cuento realiza una descripción magistral del demonio del infierno, al levantarle la cola, debajo de sus posaderas, aparece un enjambre de 20.000 frailes. Presenta a un fraile pesetero que se codea con un rico acaudalado. En su avaricia, el fraile pedigüeño, ante la recomendación del hacendado que está postrado en cama, le tantea la espalda y baja hasta las posaderas. Entonces el enfermo le suelta una ventosidad y le dice que es para que lo reparta entre los miembros de su convento.



La causa de la rivalidad entre el fraile y el alguacil hay que buscarla en un conflicto de intereses. Los frailes mendicantes dependían del Papa y los alguaciles también, pero de modo indirecto, como brazo recaudatorio del obispo y, con frecuencia, se disputaban el dinero de los contribuyentes.

            BULERO:



Es el compañero de viaje del alguacil. Asume toda la falsía de los de su profesión. Chaucer lo describe dos veces: una en el prólogo general y otra en el extenso prólogo de 130 versos que da paso a su cuento. Se nos presenta a un desvergonzado vendedor de indulgencias que se vanagloria de sus fechorías. Es más una caricatura que un personaje real.



Su cuento es uno de los más interesantes. Trata de tres jóvenes disolutos que planifican dar muerte a la Muerte, pero los tres son víctimas de su avaricia y se exterminan entre sí.



            ERUDITO:

                       

En contraposición al fraile, Chaucer incluye a dos clérigos de contornos plenamente idealizados. Uno es el erudito y el otro es el párroco. El erudito es un estudiante de Oxford cuyo rostro pálido y delgado es símbolo de que es un hombre de saber. Poseía una biblioteca de 20 volúmenes y estudiaba lógica.



Su cuento, inspirado en Bocaccio, versa sobre la paciencia y la fidelidad conyugal de la humilde Criseida, que ha contraído nupcias con el Señor del lugar.



            PÁRROCO:



El párroco es el verdadero modelo de perfección y devoción, capaz de predicar de palabra y de ejemplo. Hasta tal punto llegan sus cualidades, que el anfitrión sospecha que es un seguidor de Wycliffe[3]. Pero no es ningún extremista, no se dedica a fustigar a la Iglesia por sus vicios, sino que se dedica a predicar y a practicar la virtud.



Su cuento es un tratado sobre los siete pecados capitales. Es el más largo y el más aburrido. Sirve de colofón purificativo que toda la peregrinación escucha con referencia, pues es el último y están a punto de llegar a Canterbury.














[1] La mayoría de esos libros manuscritos salían de los monasterios.


[2] = El santo inglés más popular de la Edad Media.


[3] Chaucer hace una distinción en el estamento religioso: condena a los frailes y alaba a los párrocos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario