ARTICULO I
LA LITERATURA ANGLOSAJONA:
‘BEOWULF’
‘Caedmon’s hymn’
‘Ecclesiastical
history of the English people’
‘Anglosaxon
chronicle’
‘Beowulf’
‘The
dream of the rood’
‘The battle of Maldon’
PERIODO ANGLOSAJÓN.
La
invasión anglosajona comenzó en la primera mitad del SV, acompañada de extensos
movimientos migratorios. Estos invasores se dividían en tres tribus: los
anglos, los sajones y los yutos. Por su común ascendencia germánica eran muy
parecidas en cuanto a sus costumbres, ritos, etc y actuaban casi siempre como
aliadas. También utilizaban una lengua común con ligeras variantes dialectales
entre una y otra tribu.
Por
otro lado, su organización respondía a un modelo germánico de extensas unidades
familiares (clanes) en donde el cabeza de familia se erigía en jefe o rey,
formando así una entidad independiente. Con el tiempo, esta unidad social se
hizo más amplia al estar compuesta por varias familias fusionadas bajo la
tutela de un solo rey.
Durante
mucho tiempo después de la conquista, las IIBB estuvieron divididas en muchos
pequeños reinos que surgían y desaparecían en un breve periodo de tiempo, por
lo que puede decirse que las IIBB no tuvieron uniformidad política coherente
hasta la llegada de Guillermo el conquistador.
Este
tipo de organización, basada en la guerra, generó un ideal de conducta centrado
en las virtudes del guerrero o del propio rey, lo que influyó de modo
determinante en la literatura.
En
literatura predomina lo que vamos a llamar el IDEAL HEROICO. En un principio
este modelo sólo se aplicaba a reyes y servía para que los vasallos lo
imitasen. El rey era el guía activo de un pequeño grupo de guerreros, de los
que demandaba una lealtad absoluta. A cambio, el rey se mostraba generoso a la
hora de repartir el botín.
Esta
generosidad real era uno de los aspectos más importantes de la conducta
heroica, pues simbolizaba la excelencia del gobierno del monarca. El ideal
heroico quedará reflejado en la literatura de este periodo, constituyendo uno
de los rasgos predominantes por varias razones:
- El ideal
heroico, a corto plazo, servía para asegurar la victoria del rey en el sentido
pragmático, pero también posibilitaba, a largo plazo, que el monarca fuera
acrecentando su fama.
Debemos
tener en cuenta que en estas culturas en las que todavía no se ha fraguado una
doctrina sobre la vida en el más allá (como el cristianismo), la fama era la
única vía de acceso a la inmortalidad y, de aquí, su extrema importancia.
- Una muerte
heroica aseguraba la inmortalidad para el rey. Sin embargo, el vehículo de esta
fama no era otro, sino el poeta que con mayor o menor acierto, según sus datos,
fuera capaz de contar las hazañas guerreras para la posteridad. De aquí que el
bardo o poeta, desde los tiempos más remotos, fuera considerado como un miembro
destacado de la corte.
La
forma poética usada por el poeta primitivo es la ÉPICA, caracterizada por la
solemnidad del tono y el estilo elevado. Prácticamente todas las culturas se
nutren de un gran poema épico transmitido casi siempre de forma oral, siendo
aquellos que fueron llevados a la escritura los que han sobrevivido, por ejemplo,
La Odisea (Grecia), La Eneida (Italia), La canción de Roland
(Francia) y Mío Cid (España).
De
la cultura germánica el principal superviviente el Beowulf.
ELEMENTO CRISTIANO EN LA CULTURA ANGLOSAJONA.
La aparición de
textos escritos en lengua sajona corre en paralelo a su conversión al
cristianismo. Los celtas, a los que habían invadido, eran cristianos igual que
los romanos, que se hallaban en la isla desde el SI, y cuya retirada a mediados
del SV permitió la invasión anglosajona. Tras ella, se alza un periodo de unos
150 años en los que el cristianismo se refugió en pequeños grupos aislados a
los que los anglosajones no habían llegado.
En
597, un monje benedictino, llamado San Agustín de Canterbury, es enviado a Kent
por el Papa Gregorio para predicar en la corte del Rey Etelberto. Al mismo
tiempo, algunos misioneros irlandeses comenzaron a predicar en el norte y, en
tan sólo 75 años, la isla fue cristianizada, siendo el propio Rey Etelberto uno
de los primeros conversos.
En
los siglos posteriores hasta la conquista romana, se produjo un gran número de
importantes obras dentro de la esfera eclesiástica. Una de las primeras fue el
venerable Bede, que escribió Ecclesiastical history of the English people
(731) en latín. Esta obra sigue siendo hoy día, la fuente más importante de que
se dispone para acceder a la cultura anglosajona.
Otro
hito importante de este periodo es el Rey Alfredo, que gobernó a los “West
Saxons” y que durante un tiempo, logró unificar a los reinos del sur de
Inglaterra. Alfredo era un entusiasta mecenas de la literatura y realizó varias
traducciones del latín, siendo la más relevante La consolación de la
filosofía, Boecio.
También
durante el reinado de Alfredo se tradujo del latín la obra de Bede al
anglosajón. Se comenzó a escribir la Anglosaxon chronicle, consistente
en un minucioso registro llevado a cabo año tras año de los principales
acontecimientos acaecidos en Inglaterra. Esta costumbre se mantuvo hasta la
mitad del SXII. Por último, fue el celo de Alfredo en cuestiones literarias lo
que posibilitó la conservación de muchas obras anglosajonas antiguas, porque
fueron vertidas al dialecto de West Saxon.
POESÍA DEL PERIODO ANGLOSAJÓN.
Los anglosajones
trajeron consigo no sólo la poesía épica, sino también la FORMA ALITERATIVA, en
la que está escrita toda la poesía del periodo, basada en los acentos.
Dado
que no dejaron escritos antes del contacto con el cristianismo y, teniendo en
cuenta que los ideales cristianos armonizaban poco con los anglosajones,
resulta lógico que muy poco de la poesía que sobrevivió fuera precristiana.
Sin
embargo, Beowulf, la épica germánica más grande, contiene muchos de los
materiales que, evidentemente, son precristianos, aún cuando el autor[1]
del poema, en la forma en que nos ha llegado, era un cristiano que hacia
referencias al Viejo Testamento.
Con
todo, la mayor parte de la poesía del periodo que nos ha llegado es cristiana y
su tema religioso. Pero del mismo modo que los anglosajones aceptaron los
ideales cristianos, tampoco olvidaron adaptar el cristianismo a su propio ideal
heroico de suerte, que casi toda su poesía está escrita al modo heroico.
The
dream of the Rood, poema religioso, habla de Cristo como un joven héroe
cuyos padecimientos son calificados de heroicos. No se sabe quién ni cuándo se
escribió la obra, tan sólo que apareció en un manuscrito en “Old English” en el
norte de Italia a finales del SX. Se sabe que la obra antecede al manuscrito en
tres siglos porque algunos pasajes fueron inscritos con alfabeto rúnico sobre
una cruz de piedra a principios del SVIII y que todavía se conserva al sur de
Escocia.
En
la obra de Bede, un monje que pasó su vida entre los monasterios de
Northumbria, se encuentra una historia conocida como Caedmon’s Hymn, que
puede decirse que es el poema más antiguo en “Old English” que nos ha llegado.
En él se marra la historia de Caedmon, pastor analfabeto que trabajaba para un
monasterio y que, de forma milagrosa, recibe el don de componer canciones,
ingresando después en el monasterio hasta fundar en él una escuela de poesía
cristiana.
Por
último, la prueba más evidente de que el ideal heroico pervivió hasta el final
del periodo anglosajón, lo constituye el poema The battle of Maldom, en
el que se describe en el más puro estilo del heroísmo germánico, la derrota
sufrida por unos ingleses en manos de los vikingos. El suceso tuvo lugar en el
991 y se desconoce el nombre del autor.
‘BEOWULF’
Sólo
ha llegado una versión del poema en un manuscrito del British Museum. Es una
copia realizada hacia el año 1000 en el dialecto del “West Saxon”. Recibió por
primera vez el nombre de Beowulf en 1805 y fue impreso en 1815.
Como
otros poemas anglosajones, narra una historia dividida en numerosos episodios.
Esta narración se compone de 3182 versos, que constituyen la décima parte de la
totalidad del corpus de poesía anglosajona conservado, y lo convierten en el
poema más extenso de este periodo.
Es posible que
la forma bajo la que nos ha llegado proceda del SXIII. Su composición literaria
se sitúa tradicionalmente en la de Northumbria de la época de Bede, que murió
en el 735.
La acción del poema nos hace
retroceder al sur de Escandinavia durante los siglos V-VI. No contiene
referencia alguna a las IIBB, sin embargo, como obra literaria completada se estima,
generalmente, que es el producto relativamente sofisticado de una corte
cristiana de Anglia. Es evidente que el poema tuvo un desarrollo oral desde
tiempo muy atrás en esta zona del país antes de ser vertido a la escritura en
la forma que hoy se conoce.
La historia que
se narra es bastante sencilla. Versa en torno a un joven héroe, llamado
Beowulf, que alcanza fama y gloria en un país extranjero. Su hazaña consiste
primeramente en matar a Grendel, un monstruo sanguinario que asolaba los
dominios del Rey Hrogarth. Posteriormente, también consigue matar a la madre de
Grendel, otro ser monstruoso y tan peligroso como su hijo.
Ya viejo, tras
haber gobernado a su pueblo durante 50 años, Beowulf vuelve a enfrentarse con
un dragón que amenaza a su pueblo. Al final del combate, el héroe y el dragón
caen muertos, con lo que el poema acaba con su funeral y una profecía de
futuros desastres para su pueblo.
Al hilo de esta
narración se intercalan breves episodios o historias de menor importancia y en
los que aparecen otras tribus y reyes relacionados con el personaje central,
con la interesante particularidad de ser conocidos por la historia, cosa que no
puede decirse de Beowulf.
No es un poema
fácil de leer debido a que el mundo descrito puede resultar extraño para un
lector actual, dado que es un mundo germánico muy arcaico y alejado del mundo
grecolatino. Así pues, no es accidental que la primera traducción a una lengua
moderna la realizase un erudito danés en 1820. Posteriormente William Harris la
tradujo al inglés en 1890. Tolkien realizó en 1936 una brillante conferencia en
torno a Beowulf, que fijó para siempre el rumbo de los estudios críticos en
torno al poema.
El ideal heroico
se haya presente a lo largo de todo el poema. Beowulf es antes que nada un monumento
al héroe, igual que el túmulo que al final del poema se erige en recuerdo del
mismo. Puede decirse que el discurso que Beowulf dirige a su ayudante antes de
morir rebosa amplitud épica y que el lamento, que en su honor le dedican todos
sus fieles guerreros, ha de interpretarse como un sonido de fondo que preside
todo el poema.
Lo que hace de Beowulf
un típico poema heroico no sólo es su figura central, sino también el mundo que
describe y los valores que priman en él: los guerreros siempre aparecen o
festejando sus victorias o peleando en la batalla, por lo que son el ALBOROZO y
la GLORIA los dos temas dominantes en el poema.
Nos habla de una
sociedad heroica que podría situarse en lo que Hesiodo situaba en la Edad de
los Héroes[2].
Es bastante simple: del rey o señor, tanto en la paz como en la guerra, se dice
que es el pastor de su pueblo. Él es quien provee a su gente de comida,
refugio, bebida, etc. Además, es quien otorga valiosos presentes en pago al
valor y la lealtad. Puede decirse que hay una completa solidaridad entre el rey
y su pueblo.
La mayoría de
los relatos heroicos conocidos no se limitan a dar cuenta de las hazañas del
héroe, sino que, a veces, el código heroico que rige la conducta de los
guerreros se despliega en una complicada red de conflictos y lealtades difícil
de desenmarañar.
También se
aprecia esto en Beowulf, especialmente en las historias que se
entretejen alrededor de la central. Dichos episodios permiten situar la figura
del héroe en un contexto mucho más amplio, dotando al poema no sólo de
complejidad, sino de profundidad.
En una de estas
historias se compara a Beowulf con Segismundo, otro héroe germánico aniquilador
de dragones, y en otra se nos informa de una serie de conflictos entre los
geatas y los suecos. Un suceso crucial es también la muerte de Hygel, rey de
los geatas y señor de Beowulf, en manos de las tribus vikingas. Pero la propia
historia de Beowulf no es menos agitada y pese a la magnitud de las hazañas del
héroe, realizadas en tierras extrañas, vemos al final que es derrotado en su
país.
Además del
aspecto heroico y del carácter épico, el poema ofrece también una dimensión que
podría calificarse de mítica. A finales del SXIX, muchos estudiosos vieron en
Beowulf a un héroe solar, como Mitra o Apolo, y en Grendel a una
personificación de las peligrosas aguas del Mar del Norte. Tolkien, por su
parte, identificó a los monstruos del poema como encarnaciones de la muerte y del mal.
Muchos crítico
actuales se inclinan a pensar que Beowulf es un poema esencialmente
cristiano, reduciéndolo así a una serie de episodios moralizantes. Esto no
resulta muy adecuado.
Sin embargo, el
punto de vista mítico se impone frente a otros porque, para empezar, resulta
imposible ignorar los atributos sobrehumanos que posee el héroe: pasa días
enteros bajo el agua cuando lucha con la madre de Grendel. Al único enemigo
humano con quien se enfrenta lo despedaza con sus propias manos.
Por esto no hay
razón para dudar del símil que la etimología de su propio nombre presenta. En
realidad el nombre es un “kenning”[3].
Es un compuesto nominal en el que ninguna de las dos palabras e refiere
directamente al objeto designado:
Beo: Abeja.
Wulf: Lobo.
__________________
Oso[4]:
Animal que come miel y es fiero como un lobo.
Incluso
en algunos episodios pueden rastrearse ciertos rasgos de mago o chaman.
Finalmente,
los monstruos a los que se enfrenta se esconden en guaridas subterráneas o
submarinas. También es capaz de luchar en plena noche en una región mítica del
norte y también recibe la ayuda de los dioses. Todo esto hace que la
explicación de Tolkien parezca la más acertada, lo que nos lleva, además, a
considerar este significado mítico a la luz de la moderna antropología y
psicología que pueden contribuir al esclarecimiento de una de las claves del
poema que es la de hybris[5]
del héroe.
En
la psicología de Yung, por ejemplo, se analizan las distintas etapas que el
héroe atraviesa en su desarrollo, siendo dichas etapas una constante aplicable
a la mitología de todas las culturas. Yung interpreta la figura del héroe como
una analogía o imagen poética, un símbolo de la totalidad de la “psiche”. Por
tanto, la función esencial del mito del héroe es desarrollar la conciencia del
ego individual, lo que equivale a darse cuenta a un tiempo de la propia fuerza
y debilidad, lo que le preparará para afrontar las arduas tareas de la vida.
Por ello, en muchos casos, la muerte simbólica del héroe se convierte en el
logro de la madurez psíquica.
Partiendo
de la antropología, Yung establece cuatro etapas o ciclos esenciales en el
desarrollo del héroe y que se dan en todos los mitos de todas las culturas.
3. Red Horn.
4. Twins.
El
primero corresponde al periodo de vida más primitivo y menos desarrollado. El
Tritckter tiene la mentalidad de un niño y carece de todo propósito más allá de
la satisfacción de sus necesidades primarias. Por eso es cruel, cínico e
insensible. Un ejemplo de esta etapa es el niño Hermes, que roba los rebaños de
Apolo. Este rasgo no se presenta en Beowulf.
El
segundo corresponde a una etapa más madura. Hare es el Dios de la cultura y es
un figura tan poderosa que en el caso de culturas indígenas terminó asociándose
con la figura de Cristo en la que también se puede detectar este signo.
El
tercero es el héroe que se caracteriza por su fuerza sobrehumana. Suele
enfrentarse a muchos monstruos y gigantes a los que vence por su astucia o
fuerza. Este es el tipo que corresponde a Beowulf.
Tanto
en el ciclo tercero como en el cuarto aparece el tema del sacrificio o muerte
del héroe como curación necesaria de su orgullo o vanidad (Hybris). Un ejemplo
son Rómulo y Remo.
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